Qué puedo decir de nuestra experiencia, vaya, la de nuestro hijo, con Monica, durante el periodo de reeducación de la escritura, que no hayan dicho ya otros padres que pasaron por aquí antes que nosotros.
Si somos sinceros, tengo que reconocer que, al principio, nos costó entender que, en un mundo como en el que vivimos, cada vez más digitalizado, tuviéramos que prestarle tanta atención a la escritura manual: “Si acabará escribiendo sobre un teclado…” argumentábamos nosotros. Pero, después de pensárnoslo mucho, al final, nos pudo más el corazón que la razón, y apostamos por ello sin entender bien bien porqué lo hacíamos. Lo único que teníamos claro, era que queríamos que a nuestro hijo le fuera todo más fácil en su día a día ¡Y eso fue lo que hicimos!
Empezó a trabajar con Monica y a traer ejercicios para practicar en casa. Al principio se trataba de hacer recortes con las manos, con tijeras, abrir las pinzas de tender la ropa… después tenía que repasar con colores ciertas formas y letras dentro de un círculo… Nada complicado y tampoco nos llevaba mucho tiempo. Mi hijo estaba contento. Siempre ha acudido a las clases de Monica con mucho entusiasmo. No sé cómo trabajan a puerta cerrada, pero su mirada y su sonrisa, al salir de clase, lo decían todo.
Con el tiempo, su destreza se ha ido perfeccionando de tal manera que parece increíble: Pasó de ser una de las peores letras de su clase, a ser la mejor y a la que todos los compañeros querían imitar. Me decía: “¡mamá, todos me piden que les enseñe cómo escribo!” y ni que decir tiene, con todo esto, la autoestima de mi hijo creció y creció hasta donde nunca antes había estado. Creo que, en realidad, eso es lo que estábamos buscando: un niño más seguro de sus posibilidades y que se viera capaz, por él mismo, de hacer las cosas muy bien hechas.
Ahora mi hijo no sólo tiene una preciosa letra, sino que, además ordena y limita las líneas en un texto. Tiene claras sus ideas y cómo quiere expresarlas en una hoja en blanco. Pero, sobretodo, es un niño más feliz y confía mucho más en sí mismo.
¡Muchas gracias Mónica!