Apreciada Mónica,
Daniel me pide que resumamos cual ha sido nuestra experiencia en los meses que hemos pasado contigo en la terapia de escritura. Creo que antes es importante recordar cómo llegó Daniel a tus clases, después de un año negro, en el que se vio superado por las dificultad de afrontar un problema de bulling con un chico mucho mayor, la falta de confianza, cuando no de básica empatía de su tutora, o la muerte de su querida mascota (nunca imaginamos cuanto, hasta aquel momento), Sira.
De ser un estudiante activo, brillante de vez en cuando, vivaz, optimista las más de las veces, y alegre en definitiva (despistado, pero eso ya va en los genes al parecer), Daniel pasó en un año a ser muy descuidado en sus tareas, sin terminarlas o dejándolas a menudo incompletas, poco participativo, con una letra horrible, tímido, y triste, sobre todo pasó a estar muy triste.
En ese contexto nos conocimos.
Con todas las reticencias y miedos a empezar, dada la experiencia de Daniel con otros profesionales (una terapia con un psicólogo con el que nunca conectó) Daniel enseguida se mostró a gusto en tus sesiones. Asistía contento y volvía muy motivado, normalmente cansado, pero satisfecho, sintiendo que había realizado un trabajo y un progreso. Ganando confianza.
Al ser sesiones de última hora del día, Daniel nos contaba que a veces trabajaba más, cuando podía, y otras, si estaba muy cansado, practicabais relajación, y nos hablaba de Mónica como la profesora que le hubiera gustado tener.
Un año y tres meses después, terminó el curso con un Bien alto, lo que no está nada mal cuando apenas un año atrás estás para repetir curso! Pero sobre todo terminó contento, mucho más seguro de sí mismo, y con ganas de hacer las cosas bien. Volvimos a disfrutar de un Daniel alegre y vital…y un poco sobrado…
Su letra? Mejoró, ciertamente. Aunque creemos que no ha llegado a escribir con la soltura que tenía en la etapa previa a sus problemas, ahora es capaz de escribir rápido y de forma inteligible. Según el esfuerzo que dedica, puede hacerlo mejor o peor, pero se ve capaz. Mejoró en la velocidad y el trazo, más fluido. Pasó de escribir “a golpes” a tener una continuidad que redujo el estrés y el cansancio a la hora de hacer tareas. La mano ya no le duele al escribir.
Y recuperó una confianza perdida, que como padres apreciamos especialmente, pero que como individuo Daniel necesitaba.
Esto es lo que más valoramos, y te agradecemos. El progreso que Daniel hizo como persona, sintiéndose amparado en casa y en la escuela por su nueva tutora, y sobretodo y especialmente por ti.
Lo que nos has dado como profesional, sólo lo supera lo que como persona has hecho con Daniel.
Un Beso muy grande!